jueves, 12 de agosto de 2010

Sobre un hombre que se levanta

No hay nada más sincero que ver a un hombre mientras duerme.

La sábana lo cubre poco, deja su espalda totalmente al descubierto. Uno de sus brazos se encuentra extendido en cualquier dirección, con la palma apuntando hacia el cielo falso, lo que quiere decir que su codo también está alineado en esa misma dirección. Su otra mano, que forma casi un ángulo recto suponiendo una linea imaginaria que sale desde su frente y que se intercepta con otra que sale desde su hombro, parece proteger celosamente lo que sea que está soñando; su puño se encuentra cerrado con fuerza. Su piernas están tendidas de tal manera que parece que el hombre quiere correr o que el hombre quiere correr porque sueña que es libre o que el hombre está corriendo porque huye de algo o de alguién (pero aquí no importa por qué parece que el hombre corre, al final está durmiendo y cualquier cosa que hace, o parece hacer, la está haciendo con total sinceridad). La sábana sólo le cubre el culo y apenas una de sus piernas.

Este hombre en específico no se mueve mucho mientras está dormido. Parece que la postura que tiene le gusta y que hace su sueño más placentero.

La sinceridad más pura de todo hombre, no solo mientras duerme sino también mientras está despierto, nace de su impulso inconsciente por soñar. Al contrario de lo que dicta la lógica, lo único capaz de humanizar totalmente a cualquier persona, por contradictorio que pudiese parecer, es su capacidad congénita de soñar. Y nuestro hombre está tendido sobre una cama cualquiera, en una hora no específicada, durmiendo, soñando.

Tiempo más tarde entra el Tiempo con esa su manera pomposa de entrar por todos los lugares y encontrar un punto en el que las cosas se igualan y se transforman en ellas mismas pero con diferente nombre. En nuestro caso sería decir que el Tiempo entra y convierte el soñar en despertar, y viceversa.

El hombre comienza a salir de su sueño profundo, parece estar a punto de despertar. Ahí comienza la historia sobre un hombre que se levanta.

El hombre deja de ser sincero y poco a poco, mientras abre los ojos y se esfuerza por levantarse de esa cama, se va convirtiendo en un monstruo, en una aberración de sí mismo, en un insulto que jamás debería llamarse hombre: al final el hombre se despierta, borra de su mente rápidamente cualquier bosquejo de lo que era mientras dormía.

Cuando un hombre se levanta y abre los ojos y se sabe despierto no queda nada más que decir. Es mejor recordar a las personas por lo que son mientras aún duermen.

jueves, 5 de agosto de 2010

Las fiestas del Divino Salvador del Mundo

Sí, celebramos las fiestas del Divino Salvador del Mundo.
Sí, nuestro país lleva por nombre El Salvador.

Es raro, cuando se piensa bien, cómo el nombre de nuestro país es como tirar una moneda y esperar que caiga lo que queremos, que nuestra fe sea cierta y así el nombre de este país sí valga algo.

Perdóneme, pero lo tengo que decir: A veces creo que el Divino Salvador del Mundo pasa mucho tiempo planeando su fiesta, porque aquí abajo, últimamente, brilla por su ausencia.

martes, 3 de agosto de 2010

Boys do(n't) cry

Yo soy de los que lloran cuando están enojados. Me cae mal.

Hoy estoy enojado, bastante enojado. También estoy llorando, bastante.

Sé bien cuándo fue la última vez que lloré y no me gusta aceptarlo. Tampoco me gusta aceptar que lloro, que extraño, que aparento, que finjo ser feliz, que soy pura fachada, que no soy sincero con usted que me lee, que ni siquiera soy sincero conmigo mismo.

Me cae mal cuando lloro porque yo trato de ser siempre positivo, siempre feliz, de ver el lado bueno de las cosas incluso cuando las cosas no tienen ni mierda de lado bueno.

Pero sobre todo lloro, y lloro con cólera, y me cae mal porque siempre he creído que lo último que alguién me puede quitar es la sonrisa que llevo en la cara.

La primera vez que fui al centro de San Salvador yo sólo, recuerdo que después le conté a Elena que me sentí mal conmigo mismo. Me sentí mal porque vi a gente sencilla ser feliz, y yo que creía y ponía mi felicidad en cosas que no eran, sabía que jamás iba a poder tener una sonrisa tan sincera en mi cara. De ese día en adelante siempre encontré en algo para sonreír sinceramente, por pequeño que fuera.

Hoy mi papá me quitó la sonrisa que llevo en la cara.

Trato de ser un buen hijo. Lo intento bastante. Pero al parecer no es suficiente.

A veces sé que por más que lo intente mi papá siempre me va a encontrar un error, siempre.

Y yo trato y trato y trato de que mire que eso no es cierto porque soy un cerote positivista, porque necesito que mi papá me acepte y que a veces deje de verme con esa mirada que dice que lo decepciono, porque espero que un día mi papá deje de ver siempre el error y me diga que soy un buen hijo y confié en mí y en las decisiones que tomo.

Por eso lloro con cólera hoy, porque me quitaron la sonrisa que siempre ando en la cara, porque quitaron lo único que considero verdaderamente mío.

Me duele llorar.
Hace días que no lloraba así, ni lloraba tanto.

lunes, 2 de agosto de 2010

Reminder

"Live life to the fullest for we do not know what death brings, it may be nothingness."